Ella no sabe que un beso puede cambiarlo todo, convertir al sapo, si no en un príncipe, sí en un sapo mejor.
Ella sueña con el príncipe azul porque soñar es tan propio de princesas como ser azul es típico de príncipes.
Sostiene al sapo con delicadeza en el cuenco de las manos, como se sostiene un libro con historias de amor dentro.
Está nerviosa y feliz y asustada al mismo tiempo.
¿Cómo será su historia de amor?
¿Acaso no son los besos siempre protagonistas y los príncipes y princesas personajes secundarios?
Está a punto de comprobarlo.
Suspira, entrecierra los ojos y se deja llevar.