Cuando la mayor parte de las viviendas existentes se construyeron, el estilo de vida de las familias que las habitaban era muy distinto. Una parte muy importante del trabajo arquitectónico ha sido adaptar estos edificios a los nuevos tiempos para no construirlos de nuevo. El reto es por ello adaptar nuestros antiguos edificios a nuestra forma moderna de vivir, sin destruir lo que apreciamos de estas viviendas. Y la adaptación ha significado, en muchas ocasiones, añadir más espacio. Muchas veces en la parte de atrás, en un lateral o en el tejado, e incluso por debajo, para mantener intacta la fachada principal del edificio como parte del paisaje urbanístico.
Este libro trata el reto de adaptar nuestros antiguos edificios a nuestra nueva forma de vida, de muchas formas distintas y muy creativas.