El siglo XX ha sido un siglo de prodigios tecnológicos, durante el cual se han desarrollado más ingenios que en toda la historia de la humanidad. A diario utilizamos complejos artefactos que nos sirven y nos suplen, transformando nuestra vida cotidiana, y disponemos de cosas que generaciones anteriores ni tenían ni podían soñar tener. Éste será, sin duda uno de los legados más preciados que dejará el siglo a la posteridad. Todo y la importancia innegable de este maravilloso universo de inventos, el despliegue de ingenio y creatividad no basta para reconocer en ello la obra del diseño. El diseño desarrolla su creatividad de un modo distinto. Diseñar es algo más que hacer estético lo útil. Consiste en hallar la forma de agenciar los distintos componentes de las cosas que usamos normalmente para que éstas resulten más manejables, más cómodas y más comprensibles: en dotar a las cosas de una mejor manera de sernos útiles. En este canon personal y particular André Ricard, uno de nuestros diseñadores de más reconocido prestigio y larga trayectoria, hace una selección de los 100 diseños que él considera concept-designs. Obras que supieron desmarcarse de lo conocido y abrir nuevos horizontes creativos y en las que está la esencia de lo que el diseño puede aportar a la cultura. Le Corbusier dijo que la misión del artista es la ordenación actual del mundo, que debe seguir perfeccionando, ya sea con una mesa, una máquina, un anuncio luminoso o una pintura y todo aquello que crea viene a colmar un vacío que le esperaba. Lo mismo, como queda plasmado en esta breve y exquisita obra, puede decirse del diseño.