El 10 de septiembre de 1986, en Ordizia, su pueblo natal, María Dolores González Katarain “Yoyes” caía asesinada en presencia de su hijo de corta edad. ETA y sus adláteres lanzaban así una clara señal a todo aquél que, de una u ora forma, se planteara el abandono de su disciplina, o peor aún, como en el caso de Yoyes, lo llevara a cabo abiertamente. El asesinato causó una honda conmoción en la opinión pública vasca, y cabe afirmar que surtió precisamente el efecto contrario al que los asesinos pretendían: muchas personas hasta aquel momento conniventes o incluso cercanas a los planteamientos de los asesinos se cuestionaron radicalmente su propia actitud política y vital, para alejarse definitivamente de un conglomerado que sólo era capaz de reproducir odio y venganza. Yoyes, nacida el 14 de mayo de 1954, fue una de las primeras mujeres que se planteó su militancia en ETA con todas sus consecuencias, y llegó a desempeñar en ella puestos de responsabilidad. En 1979 decidió abandonar esa militancia, y, a principios de 1980, se trasladó a México, donde cursó la carrera de Sociología y trabajó en una revista editada por Naciones Unidas. En 1984 regresó a Euskadi, acogiéndose al decreto de amnistía de 1977. Yoyes inició su diario en 1979, coincidiendo con la crisis que la llevó a abandonar ETA, y se extiende hasta los últimos días de su vida. En él deja constancia de su vida cotidiana, nada fácil en ocasiones, a la vez que reflexiona sobre todo aquello que despierta su insaciable curiosidad, siempre desde una óptica femenina comprometida y rebelde ante las limitaciones que la sociedad que ella conoció imponían a la mujer.