El bienestar de las personas se relaciona con la satisfacción de sus necesidades más básicas a lo largo del ciclo vital. Entre ellas, dos realmente importantes: la vinculación afectiva y la satisfacción erótica. Dicho en términos populares: el amor y el sexo.
La teoría del apego es un marco idóneo para comprender la interacción de ambas dimensiones. El ser humano, a lo largo de la historia de sus relaciones vinculares con sus figuras de apego, integra representaciones mentales que configuran los modelos internos, los cuales se expresan en estilos de apego. Éstos regularán sus relaciones interpersonales, en especial las relacionadas con la proximidad psicológica y la intimidad erótica. En condiciones normales, la experiencia erótica se desarrolla en el espacio de la intimidad y, a su vez, está mediatizada por los modelos internos. Vemos que el deseo sexual y la vinculación afectiva son dos dimensiones distintas que pueden interactuar entre sí, potenciándose mutuamente o interfiriéndose gravemente.