¿Es posible que las Iglesias cristianas sean misóginas o, al menos, patriarcales y androcéntricas, al secundar el punto de vista masculino, considerado universal? ¿Tienen en cuenta los cambios sociales ocurridos en el último siglo en la relación hombre-mujer, y las cuestiones que, como consecuencia, se plantean? ¿Hay
relación entre las antropologías tradicionales (agustiniana y tomista) y el lugar que se les da a las mujeres en las Iglesias cristianas? ¿Hay fisuras entre el discurso oficial de las Iglesias y su práctica? ¿Son las teologías feministas un reto para las Iglesias?
Un androcentrismo tradicional siempre activo, aunque bajo formas sutiles, es lo que hay que extirpar, además de redistribuir funciones eclesiales entre hombres y mujeres. Estas cuestiones de fondo son las que se analizan en este libro. Sus autoras, coordinadas por Famerée, ofrecen diversos puntos de vista bajo un
enfoque renovado, dinámico y estimulante sobre la misión y el lugar de las mujeres en las Iglesias.