El secreto de enseñar no es tanto transmitir
conocimientos como contagiar ganas, especialmente a los
que no las tienen. Qué hacer con estos alumnos para
integrarlos en la clase, o al menos conseguir que
permitan trabajar a los que sí quieren, es el principal
reto de las enseñanzas obligatorias, lo que pasa por la
consecución de un clima favorable en el aula y en el
centro mediante la creación de condiciones propicias que
no se van a dar espontáneamente, sino que deben ser
creadas por el profesor.
Las propuestas que se sugieren en el libro parten de la
consideración de la convivencia y el aprendizaje como dos
facetas que forman parte de un único tronco común: la
formación integral del alumno, que incluye el desarrollo
de capacidades cognitivas (usualmente identificadas con
el rendimiento académico), pero también de capacidades
socioemocionales, tan frecuentemente ensalzadas en teoría
como relegadas a un papel secundario en la práctica.