La vida entera de muchos ensayistas transcurre sin dar jamás con un tema. Este ensayo no sólo se topa con un tema, sino que incluso se da el lujo de aprovecharlo. El tema es la felicidad. Sin embargo, La herida de Spinoza es un libro de ?losofía, no de autoayuda. Parte de algunas conclusiones recientes de la neurología, en particular de las investigaciones de Antonio Damasio acerca de la impertinencia de la secular división entre mente y cuerpo. El propio Damasio vincula sus investigaciones con las ideas que Spinoza expuso en su Ética. Para Damasio, la tranquila aceptación de la muerte, una de las señas de identidad de la ética de Spinoza –de hecho, la «herida» de Spinoza–, resulta «irritante». Ese comentario de Damasio parece inocuo, pero para Vicente Serrano no lo es, sino que apunta a una especie de «desajuste», a una extraña incomprensión de la diferencia última de la ética spinozista. A partir de ahí el autor no se propone criticar solamente esa y otras lecturas de Spinoza, sino que plantea además una amplia crítica a la modernidad, y también a la posmodernidad. La herida de Spinoza se convierte entonces en una revisión de la historia entera de la ?losofía en esa zona en que ética y metafísica (u ontología) se superponen. Aunque el proyecto parece apabullante, el autor se asegura de estar bien equipado. Por una parte suprime el aparato académico, lo que le permite ser más breve y directo, y por otra echa mano de una erudición notable y, sobre todo, de una capacidad absolutamente inusual de explicación. Si hubiera que buscar parangones a esa capacidad, no quedaría más remedio que acudir a Rüdiger Safranski. El autor, sin embargo, no hace biografías, ni siquiera historia de la ?losofía como tal, sino que intenta ?losofar de la mano de los más grandes pensadores de la historia. El ensayo se completa con la inclusión de una pieza maestra: los afectos. Los afectos serían la respuesta posible de la ?losofía al problema de la biopolítica. La progresión de la modernidad no sólo implica la desaparición de la naturaleza, sino la sustitución absoluta de los afectos por la voluntad (de voluntad). Si la vuelta a la naturaleza es imposible, e incluso indeseable –dado que la naturaleza no fue nunca más que una metáfora–, Serrano se inspira en Foucault para proponer una «vuelta» a los afectos como la pieza fundamental que cierra la reflexión sobre el poder. «Un ensayo en el sentido más ágil del término, obra a mitad de camino entre lo reflexivo y lo literario… Bien pensado y bien escrito, muchísimo más de lo que se ha vuelto habitual en nosotros» (Gabriel Albiac, Leer). «La cuestión de fondo teórica –a qué responde la religión y qué problemas de comprensión existencial atiende o atendía– es algo mucho más complejo y creo que más apasionante. Un buen tratamiento filosófico de la cuestión es el que ofrece Vicente Serrano en La herida de Spinoza, reciente ganador del Premio Anagrama de Ensayo… Serrano explora las consecuencias posmodernas del abandono de las religiones: un tema más sugestivo que la refutación de las iglesias...» (Fernando Savater, El País). «Iniciado como un arroyo para abrirse en un delta que abarca toda la modernidad filosófica, la obra de Serrano analiza, sin pedantería ni falsas oscuridades, las inflexiones que han tenido los conceptos de religión, deseo, naturaleza, esperanza, progreso, poder y felicidad» (Juan Malpartida, ABC). «Entre quienes lo lean sumará cientos de fascinados. Ojalá miles» (Félix Soria, La Voz de Galicia). «La vida entera de muchos ensayistas transcurre sin dar jamás con un tema. Este ensayo no sólo se topa con un tema, sino que incluso se da el lujo de aprovecharlo. El tema es la felicidad… Plantea una amplia crítica a la modernidad, y también a la posmodernidad. La herida de Spinoza se convierte entonces en una revisión de la historia entera de la filosofía en esa zona en que ética y metafísica (u ontología) se superponen» (Diario de León).