Los años que Simone Weil pasó en Marsella, durante la ocupación alemana de Francia, podrían definirse como la estación de la amistad. Fue el tiempo de las grandes amistades (Perrin, Thibon, Bousquet), con fuerte connotación intelectual, y de encuentros con numerosas personas que le permitieron encarnar cotidianamente la idea de la amistad. Canciani y Vito, a partir del ambiente histórico y cultural de Marsella, abordan la experiencia de amistad vivida por Simone Weil, reflejada en el rico conjunto epistolar de estos años. Destacan por su espléndida y conmovedora sencillez, las cartas enviadas a Antonio Atarés, campesino español anarquista, internado en un campo de prisioneros, en las que sobresalen elementos como la invitación a contemplar la belleza, la sencillez coloquial, la gratuidad en la escucha de las necesidades del otro. Igualmente, en el texto de Simone Weil titulado "Las formas del amor implícito de Dios", encontramos espléndidas páginas referidas a su vertiginosa concepción de la amistad. El libro se completa con una breve biografía de Weil y una práctica bibliografía sobre sus escritos y pensamiento.