«El siglo XX está lleno de guerras y revoluciones que, de distintas formas, prometen conseguir la paz perpetua, es decir, está lleno de violencias que afirman querer erradicar de una vez por todas el azote de la violencia».«¿Lo que debemos cuestionarnos es, pues, un determinado sistema político-social? Aquí topamos de nuevo con una problemática que ha sido el centro de la reflexión y la lucha política de la edad contemporánea y que sigue siendo ineludible, aunque es necesario afrontarla en términos radicalmente nuevos para dejar atrás su concepción utópica. Con todo, sigue en pie una cuestión: hasta que no se arranquen de cuajo las raíces de la política de "conquista", "usurpación" y dominio, una institución como la ONU podrá contener y limitar el azote de la guerra, pero no se harán realidad las confiadas esperanzas de Tolstói y de otros grandes intérpretes de la no violencia, quienes creían que el fenómeno de la guerra y del duelo entre Estados abandonaría la escena de la historia, del mismo modo en que lo había hecho el fenómeno del duelo entre individuos» (Domenico Losurdo).