«De la colaboración a la disidencia» resume el proceso de «desenganche» de la Iglesia y del catolicismo español respecto del régimen de Franco, que significó pasar de la plena identificación y colaboración con el Régimen (el llamado nacional-catolicismo) a la autocrítica, la disidencia e incluso la colaboración con los movimientos antifranquistas. En este proceso se deben distinguir dos niveles, dos formas y dos tiempos: en las «bases» y en la Jerarquía de la Iglesia. Se inició en algunos sectores minoritarios durante los años cincuenta, creció y se desarrolló sobre todo en los años sesenta, especialmente con el descubrimiento del «compromiso temporal» en los movimientos de apostolado seglar, y culminó ya en los setenta con la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes (1971), y el distanciamiento de la Conferencia Episcopal bajo el liderazgo del cardenal Tarancón. El proceso, llevado a cabo en el contexto y bajo el impulso del Concilio Vaticano II, generó una fuerte división en el interior de la Iglesia española. Una división política (en torno a la relación de la Iglesia con el Franquismo) y a la vez eclesial (en torno a la recepción y aplicación del Concilio). El seguimiento y la percepción gubernamental del «despegue» de la Iglesia confirma el alcance y la naturaleza de ese proceso, que tanta influencia tuvo en la preparación de la Transición como camino de reconciliación.