Con profunda admiración y desde la más absoluta cercanía, Ignacio López Escobar recorre la trayectoria de su hermano Julián en un relato escrito a golpes de corazón. Sin las comillas que envuelven al personaje público, el Juli no es aquí el apodo de un torero analizado con académicorigor, sino el nombre cariñoso de un ser querido al que se ha sentido disfrutar y sufrir dos intensas décadas en la cima de la tauromaquia. Compañero de juegos, animador de sueños y testigo deinquietudes, su hermano Ignacio evoca a aquel niño prodigio destinado a cambiar el toreo y retrata al hombre que, desde el triunfo y el dolor, ve la vida desde una perspectiva muy diferente.