La gloria alcanzada por George Washington (1732-1799), el primer presidente de los Estados Unidos, «el primero en la guerra y el primero en la paz», ha oscurecido el valor de su obra en la tradición de la escritura constitucional americana. Hacendado, militar, político, Washington reunía las condiciones para ser un «príncipe nuevo» y, sin embargo, escogió, de acuerdo con los ideales republicanos que habían inspirado su participación en la Revolución, ser simple y temporalmente el «primer presidente». En su Discurso de despedida advertiría, proféticamente, contra la tentación de dividir a la Unión en facciones; su retiro y la convocatoria de elecciones permitieron una alternancia en el poder ejecutivo ininterrumpida desde entonces. Lectores tan enfrentados como John Marshall o Washington Irving, Abraham Lincoln, Henry Cabot Lodge o Woodrow Wilson atestiguan que los escritos de Washington hablan «al corazón de todos los ciudadanos».