El siglo pasado le ha dejado al pecador del siglo XXI con muy pocos vicios para pecar. Pero ahora no es el peso de la Iglesia ni una sociedad mojigata los que nos impiden disfrutar del placer, sino la vida moderna, en la que nada es "saludable", casi todo es "políticamente incorrecto", y la sentencia general es: "nada con exceso, todo con medida"...