Quizá sea este un mal título, porque la pobreza está muy mal vista y nadie quiere declararse pobre, a no ser que con ello quiera dar lástima y obtener favor o ganancia. Sin embargo, los pobres son maestros de los ricos en muchas cosas, y en cuanto a cocina sobre todo.
Las recetas de este libro son sencillas y sabrosas, y de las más baratas que se pueden preparar y saborear en momentos de singular carestía, con precios en alza de todos los alimentos, ya que las materias primas que intervienen en ellas son las más asequibles que se pueden meter en la cesta de la compra, y además rápidas, lo que implica ahorro de energía eléctrica o de gas y también de tiempo, algo que tiene su traducción en dinero.