He aquí la opera prima del legado nietzscheano y el texto más importante de su juventud, el inicio de su inaudito y enmascarado filosofar, el primer resultado de las experiencias vitales de esta singular personalidad, lleno de interrogantes y premoniciones que van más allá de sus expresiones de aparente discípulo. Este libro extraño y problemático, redactado en prosa de infrecuente belleza, sin notas ni aparato erudito, sintetiza las meditaciones del joven Nietzsche en torno al mundo griego y la tragedia ática, su autónomo descubrimiento de las filosofías de Kant y Schopenhauer, su amistad y su pasión por R. Wagner, sus experiencias de la guerra franco-alemana y de la dedicación a la ciencia en la Universidad, su búsqueda de una cultura plena, sin historicismos ni mimetismos, su magisterio de genuino filólogo clásico, necesitado de una filosofía propia para su alternativa labor hermenéutica enfocada a diagnosticar y transformar el presente.
La incidencia de este libro insólito ha sido colosal, y no sólo entre los filólogos y helenistas, tan reacios al principio a asumir sus tesis; muchos artistas, poetas y filósofos han fraguado su vocación en contacto con esta fascinante reivindicación de la justificación estética de la existencia, con esta afirmación de una filosofía trágica, sin frivolidades ni autoengaños ni consuelos extramundanos.