Atractivo territorio injustamente tratado por el turismo que hoy está empezando a ser reconocido como se merece. Y es que no le faltan interesantes y bellos enclaves a estas comarcas vertebradas por ríos como el Duero, que atraviesa la capital y Toro (una de las más importantes poblaciones zamoranas) y que forma, antes de llegar a Portugal, los cañones denominados Arribes del Duero. Tierras de buen pan y buen vino, la visita permite visitar no pocas bodegas.
Y en la capital nos aguarda un compacto casco histórico con la Catedral de S. Pedro, mezcla de románico y bizantino, y templos como Santiago, La Magdalena, San Andrés, Sta. María de la Horta que rodean la recoleta Plaza Mayor y el Ayuntamiento Viejo. Merece la pena el Museo de la Semana Santa, que reúne una amplia muestra de la escultura religiosa de Castilla.