Contra cierta idea de historia que considera que nada relevante ha ocurrido en España antes de 1800. Contra el supuesto de que no hay culpables ni inocentes, ni verdugos ni víctimas en los acontecimientos del pasado. Contra una historia que trata de integrar sin matices en Europa a un país (España) que sufrido dirigentes que demasiado a menudo sólo destacaban por su corrupción, el abuso de poder y la inclinación a la discordia. José María Ridado presenta una historia de España que rompe una lanza a favor de los heterodoxos, expulsados de la historia canónica por su carácter subversivo (judíos como Ben Sahl, los árabes del Al-Andalus, eramistas, ilustrados), en quienes de verdad se manifiesta la dimensión europea de España y que arrojan una imagen más veraz y compleja de nuestra identidad. Porque sobre la historia no existe un relato único, ®y corresponde a los historiadores recordar que su disciplina es sólo una versión entre infinitas versiones. La búsqueda de fundamento histórico para ciertos derechos individuales o colectivos exige olvidar que la barrera entre el pasado y el presente resulta casi siempre insalvable, por más que las palabras, algunas palabras y algunos modos de usarlas, se obstinen en sugerir agoreramente lo contrario¯.