1968 fue un año revuelto.
En Praga floreció la primavera, que los tanques soviéticos se encargaron de agostar. En París, la juventud enfebrecida buscaba la playa bajo los adoquines. En México, los estudiantes anhelaban la libertad y morían en Tlatelolco.
En Estados Unidos se detonaba la ?Gran Revolución Amerikana?. Un puñado de «yippies», capitaneados por Jerry Rubin y Abbie Hoffmann, pasa en ese momento a la acción. Firman una alianza con los Panteras Negras: el símbolo del movimiento serán una ametralladora y una pipa de hachís cruzadas. Viajan a Cuba para visitar al Che Guevara, quien les anima a combatir «en el vientre de la bestia». Y eligen, como arma de combate, el espectáculo.
Dotados de un genial instinto propagandístico, emprenden durante la Convención Demócrata de 1968, celebrada en Chicago, una serie de acciones memorables: sustituyen a los camareros del banquete oficial por mujeres desnudas que sirven cabezas de cerdo en bandeja de plata. Intentan asaltar los depósitos de agua de la ciudad para disolver LSD en el suministro. Presentan un cerdo como candidato a la Presidencia. Y organizan multitudinarias marchas de protesta, que serán reprimidas violentamente por la policía y trasmitidas por televisión como nunca antes, creando un acontecimiento total y sin precedentes. Detenidos y juzgados, los ?8 de Chicago? acuden a las audiencias disfrazados de personajes de la historia nacional, y mantienen con el juez diálogos dignos de Marx (Groucho). El Juicio de Chicago se convierte, así, en el juicio político más sonado que ha vivido el país hasta entonces.
Este libro es el relato en primera persona de aquellos días. Publicado en febrero de 1970, incomodó tanto a la derecha como a la izquierda «oficial». No es extraño, pues, que haya permanecido hasta hoy inédito en castellano. Una lástima, pues no sólo se trata de un manifiesto contracultura y la ácida crónica de una revolución en marcha, sino de un utilísimo, y muy vigente, manual de guerrilla urbana.