Junto a los documentos de los verdugos, Friedl„nder disecciona el papel de todos los que, de un modo u otro, tuvieron relevancia en el curso del Holocausto: la docilidad de las instituciones, la pasividad o la colaboración de parte de la población y de sus élites políticas e intelectuales, el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica... Los testimonios personales, las cartas y los diarios revelan cómo las víctimas, atenazadas entre el horror y la incertidumbre, vivían con impotencia el exterminio al que era sometido su pueblo.