Papá y yo no teníamos intención de aterrizar con el globo en Ciudad Edén, aunque la entrada fue espectacular. A nuestro alrededor se reunió una multitud para ver el espectáculo.
Yo salí disparada por un cañón y anduve por la cuerda floja. Papá y yo dejamos a esos pardillos* deslumbrados, y les sacamos mucho dinero. Pero hasta que conocí a Prometeo no supe lo que era el peligro de verdad. Él era un dios griego al que perseguían un águila vengadora y dos héroes de la guerra de Troya. ¿Y a que no adivinas qué idiota tuvo que arriesgar su vida para ayudarle a salir con vida de Ciudad Edén?
*Sí, ya sé que suena feo, ¡pero si hubieras visto lo bobos que eran, también tú les habrías llamado así!