Ana, Susana, Pili, Mili, Dora, Lora y Ernestina eran siete lavanderas, las mejores de la comarca. Lavaban sucias sábanas, calcetines apestosos, mugrientos pañuelos y muchas otras prendas que todos iban dejando por ahí. Todos los días. Desde muy temprano. Porque el Señor Aldo Avaro, el dueño de la lavandería, era un hombrecito malvado que las obligaba a trabajar de sol a sol. Pero un día se cansaron. ¡Cuidado, las lavanderas locas vienen hacia aquí!