Cualquiera que haya recolectado alguna vez fresas frescas sabe que es muy poco probable que la primera cosecha llegue siquiera a la cocina. Excepto los de voluntad más fuerte, todos caen en la tentación de consumirlas ahí mismo y en ese mismo instante, lo cual refleja uno de los principales motivos que nos llevan a cultivar nuestros propios alimentos: el sabor. La frescura es sinónimo de sabor; además, sacar adelante sus propios cultivos le permite recolectarlos en su punto óptimo.
Si compara las habas que obtenga en su huerto con las comerciales, nunca más volverá a comprarlas. Con todo, existen muchas otras razones para cultivar nuestros propios alimentos, ya sean las relacionadas con nuestra salud y la de nuestra familia, por motivos medioambientales o por el mero placer.