Eugene Nida, recientemente fallecido, ha sido el más influyente traductólogo de nuestros tiempos.
En esta obra, fruto del estudio de muchísimas lenguas y de sus culturas, Nida señala que la función del traductor consiste en transmitir el contenido del mensaje original de la manera más clara y más fiel posible, teniendo en cuenta mucho más la estructura de la lengua de llegada y la cultura en que ésta se inserta, que la forma originaria del texto. Para Nida la traducción es esencialmente un proceso de comunicación, lo que significa que el traductor debe ir más allá de las estructuras léxicas para tomar en consideración la manera en que se supone que un determinado público va a comprender un texto. Su teoría de la equivalencia dinámica está orientada a provocar en los destinatarios de un texto traducido la misma reacción que pudieron haber experimentado los receptores del texto original ante éste.
Él mismo ha colaborado en la traducción realizada por su esposa, M. Elena Fernández-Miranda-Nida, que ha sido jefa del Departamento español de la Dirección General de Traducción de la Comisión Europea.