Christina Bennett conquistó enseguida a la mejor sociedad londinense. Sin embargo, guardaba afanosamente el secreto de su misterioso pasado hasta la noche en que Lyon, marqués de Lyonwood, le robó un sensual beso. El arrogante aristócrata con pasiones de pirata saboreó el fuego agazapado bajo el frío encanto de Christina y juró poseerla algún día. Pero la desafiante Christina no iba a ser conquistada fácilmente. Celosa de sus afectos y de su fortuna, se resistía a las sensuales caricias de Lyon. No se atrevía a sucumbir a su amor, porque entonces debería descubrir también su precioso secreto y renunciar a su destino. La pasión le desveló la flor de su secreto.