Katherine Merivale debe contraer matrimonio para acceder a la fortuna que le dejó su abuelo. Está enamorada de su amigo Sir Sydney Lovelace desde que era una niña y su deseo más íntimo es casarse con él, pero Sydney no se decide a dar el paso. Entre tanto, Alexander Black, conde de Iversley, regresa a Inglaterra tras la muerte de su padre para hacerse cargo de los bienes familiares, pero lo que encuentra es una mansión desvencijada y un sinfín de deudas. Consciente de que su única oportunidad es casarse con una rica heredera, traza un frío y calculado plan para apartar a Katherine de su pretendiente. La resistencia inicial de la joven supone un desafío para Alexander, que utiliza todas sus artes de seductor para conseguir el corazón de la joven. Pero las tornas cambian y, para su sorpresa, descubre que la rebeldía de Miss Merivale despierta en él una pasión irrefrenable. Ahora, su lucha consiste en evitar que Katherine averigüe que sólo buscaba su fortuna.