Esta novela, que tuvo en la muerte su enemiga, investiga una cuestión literaria apasionante: quién escribe verdaderamente nuestra autobiografía, es decir, con cuánto de azar y cuánto de necesidad nuestro yo construye sus moradas. Ana Cervera, la protagónica de esta historia, nace a la novela con aquella frase escrita en blanco y negro: "Españoles, Franco ha muerto", que fue el pistoletazo de salida para toda una generación que creyó, ingenua, y bien caro pagaría tal creencia, que la verdad es simplemente el envés de las mentiras y se dejó caer, con nocturnidad y alevosía, en todas y cada una de las tentaciones que la libertad recién estrenada le puso por delante: sexo, drogas, un poco de malditismo y unas gotas de rock & roll.
Rogamos su atención: una voz que se viste de ingenua crece en medio de aquella clase media culta, progre y acomodadamente rebelde que prosperó a la sombra de aquel franquismo del que estéticamente renegaba por hortera en nombre de Warhol, el patrimonio y la Bauhaus.