Tienen poco más de veinte años, y se conocieron en una manifestación en contra de las armas nucleares. Florence es una chica de clase media alta. Edward, en cambio, pertenece a una familia que apenas se sostiene en la zona baja de la clase media. Ambos son inocentes, y vírgenes, y tras un largo cortejo, se han casado. Es un día de julio de 1962, y el tsunami de la revolución sexual no ha llegado a Inglaterra. Edward y Florence van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach. Y lo que sucede esa noche es la materia con que McEwan construye su chejoviano, terrible mapa de una relación, del amor, del sexo, y también de una época, y de sus discursos y sus silencios. «Poderosamente seductora» (Robert Saladrigas, La Vanguardia); «Una novela espléndida, emotiva, inteligente, absorbente y equilibrada» (Eduardo Mendoza, El País).