Una mujer viaja de Ginebra a Lausana para visitar a su hijo. Al otro lado de la ventanilla del tren, los recuerdos de su vida se deslizan inexorablemente por la superficie del lago. A pesar del paso del tiempo, algunos recuerdos conservan intacta su capacidad de dañar. Como el instante en que comenzamos a perder a la persona que queremos. O el día heroico y ridículo en que decidimos guardar silencio y resistir, esperando que suceda algo milagroso que nos impida convertirnos en espectadores de nuestra propia existencia. Siempre con el temor de romper la delicada superficie de vidrio sobre la que se construyen las historias de amor. Considerado uno de los escritores más sólidos del panorama literario actual, Antonio Soler vuelve con esta novela sobre el paso del tiempo, el destino y el papel de la memoria.