«Doña Bárbara comparte con el Quijote y un puño selecto de personajes literarios un destino privilegiado: sale de las páginas de la novela, y se establece entre nosotros. [...] Es un placer leer la prosa de Doña Bárbara. Es un clásico, o varios clásicos: por la fuerza telúrica de su prosa, por las vidas de sus personajes, sus cambios, sus tornasoles y claroscuros.»
Carmen Boullosa
Hay novelas que, a pesar del paso del tiempo, no pierden su vigencia, historias que resultan inolvidables porque, a fin de cuentas, nos hablan del ser humano, de sus avatares, sus deseos, de su grandeza y también de sus miserias. A esta estirpe literaria pertenece Doña Bárbara (1929-1930), obra maestra de la narrativa hispanoamericana, retrato en el que, más allá de maniqueísmos, tienen cabida todos los matices de una vida. Doña Bárbara, la protagonista, es espejo del llano venezolano, es rica y poderosa, bella y hostil. Es una heroína rencorosa, imprevisible y caprichosa. Es una
mujer independiente llena de vicios y pasiones, una fuerza ciega de la naturaleza que, a su paso, es capaz de dañar a su hija y al hombre que busca seducir.