Hace quince años no sospechábamos que un historial mal cerrado del ordenador podía ser causa de divorcio. Ni que podríamos comprar una parcela en la Luna por veinte euros. Ni que la fama se mediría en millones de visitas a YouTube. Y ahora está ocurriéndonos. ¿Cuántas parejas, con más de ocho años de convivencia, son capaces de darle la contraseña de su cuenta de correo a su cónyuge? ¿Quién se queda con la custodia del fotoblog después de una ruptura matrimonial? El nuevo paraíso de los tontos indaga en los viejos tópicos de la literatura (los celos, la traición, la lealtad, el desamor y la locura) pero con un nuevo protagonista que se mete en todo: la tecnología.