Iana Matei, rumana, empieza a colaborar como psicóloga para una ONG que se ocupa de menores en situaciones de precariedad. Un día, la policía le entrega a dos adolescentes que vienen del mundo de la prostitución forzada y así empieza a especializarse en el tráfico sexual hasta crear su propio centro de acogida y apoyo a las víctimas. A lo largo de la narración descubre y denuncia la violencia, la venta de personas, y diferencia entre la prostitución voluntaria y el tráfico sexual. Analiza las redes mafiosas que trafican con mujeres desde Rumanía hacia toda Europa: Italia, España, Alemania, Holanda… con el beneplácito (vista gorda) de las instituciones policiales y políticas. Refleja estadísticas en las que se cita a España como primer país de desarrollo de la esclavitud sexual (referencia explícita a la Casa de Campo de Madrid). Su objetivo no es sólo ayudar a los cientos de mujeres que pasan por su casa refugio, sino perseguir y denunciar a los cabecillas de las mafias, puesto que es la única posibilidad de erradicar esta plaga que se extiende como el aceite.