Si no midiera casi dos metros veinte y tuviera un coeficiente intelectual superior al de Einstein, Al Kenner sería un adolescente ordinario. El día del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, sin embargo, su vida dará un vuelco y saldrá a la luz que en el cuerpo de ese gigantón habita un muchacho traumatizado por los malos tratos que le inflige su madre alcohólica, que disfruta decapitando gatos y jugando a la silla eléctrica con su hermana menor, y que ha asesinado a sangre fría a sus abuelos. Después de cinco años internado en un psiquiátrico, rehabilitado y sin antecedentes penales gracias a su extraordinaria inteligencia y sus dotes de manipulación, Al pisará de nuevo la calle.
Desconcertado ante el pacifismo y la contracultura de los jóvenes de su edad, esos hippies a los que no alcanza a comprender, y tras ver truncado debido a su altura su deseo de alistarse para ir a Vietnam o ingresar en la policía, Al se convierte en asesor psicológico de la policía de Santa Cruz. Como él mismo afirma, «haber matado confiere una auténtica legitimidad en la comprensión del fenómeno del paso a la acción que siempre será un misterio para el neófito», y está dispuesto a ayudar a poner fin a la ola de crímenes que vive California.
Inspirado en un personaje real, Ed Kemper, un asesino en serie condenado a perpetuidad, y narrado como si se tratara de las memorias escritas por el protagonista desde la cárcel, Avenida de los Gigantes es un perturbador autorretrato de un asesino fuera de lo común.
«No hay hemoglobina en este falso thriller, no hay exhibicionismo ni detalles alucinantes, pero sí una buena dosis de suspense aunque desde el inicio se conozca la culpabilidad de su protagonista. La verdadera intriga es sin duda la personalidad del asesino» (Marianne Payot, L?Express).
«Posee la precisión matemática en el horror y la logística de la crueldad tranquila que sólo se encuentra en los grandes maestros rusos» (Albert Sebag, Le Point).
«Preciso y documentado, Dugain manifiesta de nuevo esa facultad de ilusionar al lector en la que Balzac, que tanto sabía de eso, veía la cualidad principal del novelista» (Jacques Nerson, Le Nouvel Observateur).
«Entre novela psicológica, emocionante novela negra y road movie literaria, Avenida de los Gigantes hace la autopsia, a través de un monstruo cautivador, del combate interior de una nación en plena mutación: Estados Unidos» (Anne Berthod, La Vie).
«La fuerza del tema, la inteligencia del planteamiento, la calidad de la escritura, la maestría en el uso de un humor irónico y la elaborada construcción de la novela atrapan al lector, aspirado por la espiral de la tragedia de un hombre y a la vez la de un país, los Estados Unidos de los años sesenta, aquellos del asesinato de los Kennedy y del Festival de Woodstock» (Thierry Gandillot, Les Echos).