«Camarada, esto no es un libro; quien toca esto toca a un hombre». Así define Walt Whitman (1819-1892) una obra que construyó a lo largo de casi cuarenta años. Fruto de una época y de un lugar -la Norteamérica del siglo XIX-, este gran poema épico nace y crece con la intención de definir al hombre y a la nación americana frente al dominio cultural anglosajón. Su polémica ruptura, formal y conceptual, con el canon poético tradicional fue tal, que se dice que toda la poesía norteamericana posterior es un continuo diálogo con Whitman; incluso buena parte de la poesía occidental, desde el español García Lorca hasta el caribeño Walcott, bebe de esta fuente de inspiración.