Doce años cubren la redacción de estos relatos, cuya unidad es compleja, sino imposible. Es cierto que ninguno de ellos elude el sufrir de ese que se sabe y se siente ser un cuerpo, que todos prescinden de puntuación y revientan los sentidos creando nuevas direcciones de lectura. Pero también lo es que el cuerpo que escribe y sobre el que se escribe no es el mismo. Exit, Los Ahogados y Callejón sin salida fueron escritos, olvidados, encontrados, retrabajados y publicados. Olivet sin embargo fue el fruto de un encargo literario. No sólo ha pasado el tiempo para quien escribe, sino que quien escribe escribe por otras razones y escribe sobre otro cuerpo: un cuerpo atrapado en la lotería familiar cuyas paredes se estrechan a medida que pasan los días. No pasan los días para los cuerpos de Exit, Los Ahogados y Callejón sin salida. Todo pasa en un encuentro fugaz, en un instante vertical que quiere pero no logra fulminarlo todo.