Sebastián Urrutia Lacroix, sacerdote y crítico literario, miembro del Opus Dei y poeta mediocre, revisa en una sola noche de fiebre alta los momentos más importantes de su vida, convencido de que está a punto de morir, aunque a medida que la noche avanza su fiebre va remitiendo y el delirio se atenúa con la aparición de monstruos gélidos.
Así, aparecen en la novela los señores Oido y Odeim, ambiguos encomenderos; Jünger y un pintor guatemalteco que se deja morir de inanición en el París de 1943; el general Pinochet, a quien Urrutia Lacroix da clases de marxismo; una gira por Europa en la que el cura aprende a matar palomas; su amistad con Farewell, el pope de la crítica literaria nacional, que se hunde en una vejez balbuceante perpleja; las fiestas de una mujer misteriosa en cuya casona de las afueras se reúne lo más granado de la literatura chilena al tiempo que en el sótano, no visitado por ninguno de los huéspedes, se suceden acciones parangonables a una película de terror, todo esto mientras en las calles de Santiago impera el toque de queda y una normalidad aparente.
Una imprescindible y escalofriante novela en la que el talento del autor de Los detectives salvajes brilla en todo su esplendor.