El autor de la fascinante Peste & Cólera nos brinda una epopeya coral que arranca con la controvertida inauguración en el año 2009 de un faraónico mausoleo consagrado a los restos del conde franco-italiano Pierre Savorgnan de Brazza, fundador de la capital congoleña, Brazzaville, en 1840. El relato fluye siguiendo el curso de los ríos Ogooué y Congo, en una apasionante aventura literaria que abarca dos siglos de historia: desde 1872, cuando Brazza abre la vía de colonización del África ecuatorial que transitan los personajes de la novela, hasta la actualidad. Deville nos seduce con un viaje al corazón de las tinieblas, que transcurre en el mismo lugar y tiempo en que nacerá el relato conradiano, el Congo colonial de fines del siglo XIX, a la vez que nos muestra la sombría huella de la historia de las colonias africanas en el siglo XXI.
El autor tiñe de lúcido humor y autoironía la historia de aquellos hombres que «fueron capaces de soñar que eran más grandes que ellos mismos, sembraron el desorden y la desolación a su alrededor, cubriendo sus empresas aventureras con el manto de las ideologías de su tiempo, apropiándose de aquella que podían llevar como una antorcha». Pocos escritores consiguen como Deville estar a la altura de los grandes clásicos siendo al mismo tiempo furiosamente contemporáneos.
«Un periplo errático que lleva a su narrador de Gabón a Zanzíbar tras las huellas de algunas figuras esenciales del gesto colonial ?Brazza, Livingstone, Stanley, Albert Schweitzer, Jonas Savimbi?, pero también del Che Guevara, que combatió en el Congo. El libro mezcla el tono del reportaje, la historia, la investigación biográfica, bajo la pluma de un testimonio que confronta las figuras legendarias que han configurado nuestro imaginario africano y la realidad presente en el continente» (Bernard Fauconnier, Le Magazine Littéraire).
«Uno llega a preguntarse si Deville conoció realmente a esos aventureros de los que habla... Pero ¡no! Es demasiado joven para haberse cruzado con Savorgnan de Brazza o haberse dormido en la casa de Stone Town en Zanzíbar, en el momento en que Jules Verne hace despegar un globo. La conclusión se impone: Deville es un novelista fabuloso» (Le Figaro).
«En el relato aparecen Pierre Loti, el Che, Julio Verne, Albert Schweitzer, un joven Céline o algunos brillantes desconocidos. Un texto iconoclasta y caótico, como un mapa que no indicase el norte en el que es bueno perderse. ¿No consiste acaso la condición del escritor en viajar sin brújula?» (Baptiste Liger, Lire).
«En su recorrido a lo largo del Ecuador, más que pasar de un país a otro, o de una época a otra, el escritor explora las zonas fronterizas o limítrofes, también plásticas, que separan los territorios de la ficción y la no-ficción. Sus modelos: Conrad, el novelista; Gide, el intelectual; Huston, el cineasta, o el Che Guevara. El África a la que se acerca, a través de una obra híbrida, es un sujeto de estudios poscoloniales en el que el escritor crea su propio objeto de investigación, dotándose de los útiles adecuados. Así, logra cambiar la perspectiva, romper con la visión eurocéntrica» (Le Monde).