Los personajes de Los estados carenciales buscan como todos nosotros la felicidad a su manera. Tratan de no sucumbir a la rutina, de escapar de la mediocridad o de rehacer sus vidas con un poco de sentido. Sátira de los libros de autoayuda, meditación sobre la felicidad, homenaje al mundo clásico... Sí, todas esas cosas son y están en Los estados carenciales. Pero esta novela es, por encima de todo, una divertidísima fábula sobre las debilidades y grandezas de la condición humana. Ángela Vallvey tiene una prosa jugosa y directa, una capacidad poética deslumbrante, un sentido del humor que nos incita a la reflexión filosófica sin que nos alcance el sueño, la desazón o la pedantería. Tal vez este libro no nos permita saber si la felicidad consiste en hacer bien, o en desarrollar nuestras capacidades con la máxima destreza, pero sí nos puede ayudar a mirarnos en el espejo con valentía, con la dignidad que nuestra condición exige.