La dueña del Hotel Poe es una novela que se va contando a sí misma conforme avanza, al tiempo que explica las razones que le dieron origen. Crónica de un ejercicio narrativo, es a la vez un ejercicio de la imaginación en el que la autora se desdobla en otras a lo largo del relato en una suerte de muñeca rusa novelística y autoral.
Como en una espiral sin fin, comenzamos con una novela breve dentro de la novela; a continuación, diversos textos ensayísticos y fragmentos de un diario personal permiten adivinar la personalidad de su autora, la dueña del Hotel Poe. Esta planea una fiesta de aniversario del hotel e invita por correo electrónico a personas reales. Los corresponsales responden y la novela se vuelve una ficción/no ficción epistolar. Paralelamente, interviene la voz de una amanuense, a quien no le gusta el manuscrito de la autora...
Texto que viaja de la narración convencional hacia la metaliteratura. Es un ejercicio fronterizo, un arriesgado experimento en los límites entre ficción, autoficción y no ficción que pone de cabeza (no una sino varias veces) la construcción novelística de la verosimilitud, a la vez que ofrece temblorosas visiones y entrevisiones de una compleja personalidad contemplada desde numerosos y hasta superpuestos puntos de vista.