Victor Capesius era un respetable farmacéutico en la ciudad transilvana de Schäßburg antes de ser destinado a Auschwitz como oficial de las SS. Un día llegó un tren de deportados judíos desde su tierra natal. En la rampa del campo de exterminio, Capesius se encontró con la mirada esperanzada de sus vecinos, hombres, mujeres y niños a los que conocía desde hacía años. Con total sangre fría envió a muchos de ellos a la cámara de gas y se enriqueció con sus pertenencias. Durante tres décadas, Dieter Schlesak ha investigado la figura del farmacéutico de Auschwitz, que aunque juzgado y sentenciado a nueve insignificantes años, vivió tranquilamente hasta su muerte en Alemania.