Desde la tranquila claridad de juicio que da la vejez, Sereno Salinator recuerda en su retiro de Capua los terribles años de Calígula y de su sobrino Nerón, sobre todo del extravagante Nerón. Con sensación de alivio, su memoria repasa los principales hitos del reinado de este emperador peculiar que se exhibía como actor, como cantante, como auriga y como poeta. Sus baños de masas en el anfiteatro tras recitar, cantar e interpretar ante una plebe que lo aclamaba, mientras ordenaba los asesinatos de su madre Agripina, de su hermanastro Británico, o de su esposa Claudia Octavia, para desposarse con Popea, a la que también terminaría matando. En esta novela Max Gallo recrea con destreza este escenario marcado por el miedo y el terror, tanto más paradójico por cuanto el emperador tenía por consejeros al filósofo Séneca y al escritor Petronio, a los que también obligó a suicidarse.