«La muerte tenía cuarenta y siete sonidos. Si alguien lo sabía, esa era Gabriela». Dos épocas: el año 1900 y el presente. Una extraña casa de indianos en un pueblo de Ávila. Un arpa con las cuerdas rotas y una enigmática partitura. Dos mujeres: Gabriela, una mulata con problemas para relacionarse que solo comprende la realidad a través de la música. Mía, una chica que no sabe qué hacer con su vida y se obsesiona con el arpa y la mujer que la tocó en el pasado. Un misterio que tardará cien años en ser resuelto. Mingorría, Ávila, año 1900. El terrateniente Faustino Abad, tras la destrucción de su hacienda cubana, regresa a España con su hijastra Gabriela, una mulata con problemas para relacionarse. Es una virtuosa del arpa con un corazón muy singular: solo es capaz de sentir mientras suena la música. Por eso toca con verdadera obsesión para lograr atrapar las emociones que se le escapan. El macabro plan que su padrastro lleva a cabo en el sótano de la casa arrastra a Gabriela a una situación extrema. Acorralada, la única salida que encuentra es componer una partitura que esconde una terrible confesión. Mingorría, época actual. La familia Rico abandona Madrid para instalarse en una centenaria casa de indianos. Mía, la hija mayor, no sabe qué hacer con su vida. Tiene demasiado tiempo libre y busca cómo ocuparlo. El hallazgo de un broche antiguo la lleva a descubrir un sótano oculto bajo el jardín. En su interior hay un arpa con las cuerdas cortadas y una enigmática partitura. El pasado de la casa la atrapa sin remedio y Mía se obsesiona con sacar a la luz lo que allí ocurrió en el año 1900.