Este esperado libro, dice Teresa Gómez, nació de la contemplación de la intérprete de un concierto de violín, cuando la danza de pequeños músculos de su espalda sugirió a la autora el contraste entre el silencioso trabajo de sus brazos y la fluidez del sonido resultante, que aparentaba brotar sin esfuerzo alguno. Del mismo modo la poeta, que aspira a la difícil sencillez, pule sus versos hasta lograr que suenen desprovistos de retórica, apelando a sentimientos que llevan implícita una profunda carga reflexiva. Ya desde el título, La espalda de la violinista nos sitúa en un ámbito donde se conjuganla música y la palabra, que caminan al paso de una sinfonía compuesta por un preludio y tres movimientos. Combinando el tono conversacional con el despliegue de imágenes sorprendentes, la poesía de Teresa Gómez explora la realidad a través de las emociones: el amor, la distancia, el desamor, la angustia, el desencanto o la esperanza laten bajo cada verso constituyendo la clave de una voz con un alto grado de autoconciencia, que por una parte construye una identidad propia y elegida, frente a los condicionantes ideológicos impuestos, y por otra analiza y cuestiona el discurso dominante desde una voluntad de resistencia.