Retratada en claroscuro, con una fachada de opulencia y lujo que esconde un mundo siniestro y erizado de peligros, la ciudad de Los Ángeles es un personaje más de las novelas de Kellerman, tan real y tan vivo como cualquiera de los héroes y villanos que vagan por el laberinto de sus calles. Moses Reed y Aaron Fox son dos hermanos unidos por la sangre, pero separados por rencillas tan viejas como las de Caín y Abel. Hijos de la misma madre y dos padres policías, compañeros y amigos, su turbulenta historia familiar los mantiene enfrentados pese a su vocación común. Moses, hombre sencillo y de pocas palabras, trabaja en el departamento de homicidios de la policía de Los Ángeles. Aaron, hombre de gustos refinados, dejó el cuerpo de policía para convertirse en detective privado de altos vuelos. Habitualmente cada uno actúa por su cuenta, pero la desaparición de la estudiante universitaria Caitlin Frostig no es un caso normal. Para Moses es una rémora de la que no consigue desembarazarse. Para Aaron es un filón de horas facturables a cuenta de uno de sus mejores clientes. Les guste o no, Moses y Aaron tendrán que trabajar juntos en el caso. Aguijoneados por su vieja rivalidad, ninguno de los dos cejará en su empeño hasta dar con la solución. Lo que descubrirán en la sórdida noche de Los Ángeles es algo más de lo que buscaban. La ciudad está poblada por un elenco variopinto De glamour y miseria: un director de cine multimillonario convertido en agitador religioso; unama de casa libertina que trata de poner freno a sus excesos; un actor deprimido, devorado por sus propios demonios; una fulana que ha visto de todo... y que, tal vez, sepa demasiado... Todo ello no es sino el augurio de lo que puede volver a ocurrir si el lado oscuro de la ciudad reclama una nueva víctima. En Detectives, Kellerman vuelve a demostrar que es uno de los maestros del suspense psicológico con una historia de múltiples lecturas que nos atrapa de principio a fin.