Pese a la igualdad formal que impone el Estado, con el despliegue del capitalismo aumentan las desigualdades reales. La pervivencia del sistema exige a la larga controlarlas en términos razonables, pero la eficiencia del orden productivo demanda una creciente división del trabajo que conlleva una cada vez mayor desigualdad social. El derecho, una de las columnas en que se apoya el Estado, garantiza una igualdad formal, pero la división del trabajo, fundamento último del sistema productivo, en las condiciones propias del capitalismo, trae consigo una desigualdad social que va en rápido aumento.
Entendido el Estado social como un compromiso entre igualación formal y desigualdad real este libro se ocupa de sus antecedentes en la filosofía y en la práctica social de los siglos XVII y XVIII y de su pleno desarrollo desde finales del XIX hasta los años ochenta del siglo pasado, para terminar enunciando los factores adversos a los que el Estado social se enfrenta en la actual crisis de modelo productivo.