Marta cuenta a su pareja, diez años después, un secreto que le ha mantenido oculto: la extraña y fascinante vida de un anciano que conoció en la residencia donde trabajaba, Daniel Faura Oygon. El hombre, que ha perdido buena parte de su memoria, era un músico y pianista excepcional con el que poco a poco estrecha su relación, hasta tal punto que el anciano llega a confundirla con una mujer misteriosa, Sayá. Al morir, Marta encuentra su diario, una carta y una partitura de una sonata dedicada a esta mujer. En el diario, Daniel cuenta su vida desde su infancia hasta su vejez: una vida atípica, a caballo entre Madrid, Rusia y Mongolia, pasando por Viena y acabando en Mallorca; una historia de amor entre él y su alumna, de procedencia mongola, Sayá (28 años más joven), a la que trata de transmitir su obsesión por la música y el piano, y su afán perfeccionista. Marta, casi 40 años después, se encuentra con Sayá, y termina de reconstruir la historia del viejo Daniel, y la relación que mantuvieron el hombre y la joven, tormentosa y difícil.