La vieja leyenda de una espada. Val cabalga. De la mano prodigiosa de su creador, Harold Foster, hemos seguido las aventuras del Príncipe Valiente desde su infancia en el británico, y lo hemos conocido adolescente, joven caballero, hombre casado, padre de una inmensa prole. Lo hemos visto enamorarse y sufrir crisis románticas, perder amigos, deambular por la civilización clásica en descomposición, servir al rey Arturo y viajar de un lado a otro del mundo conocido en esa Edad Media imposible donde Foster, pese a su realismo estético, alterna diversos siglos sin que chirríen las armaduras romanas con los arreos neorrománticos de los caballeros andantes. Val, Aleta y sus hijos, al contrario que casi todos los demás personajes de la historieta, acusan el paso de los años y crecen, maduran y envejecen. Hay una historia asumida. El tiempo mismo es un personaje más de las historias. Ochenta años después de su creación, la serie sigue más viva y emocionante que nunca. Con los guiones de Mark Schultz y los dibujos de Tom Yeates. Un Príncipe Valiente que es nuevo y a la vez es clásico, respetuoso con su historia, y moderno: emocionante, trepidante, con alguna incursión en lo fantástico, como fue el intento primero de su creador al principio de la saga.