Estamos tan acostumbrados a vivir en una montaña rusa emocional que nos parece normal que nuestra felicidad o desdicha dependan de las circunstancias externas. Pero la felicidad nos es innata y no depende de ningún factor externo. Para reencontrarla, es necesario deshacerse de pensamientos falsos, que generan emociones potencialmente destructivas. Por eso, propongo que este año trabajemos la ecuanimidad.
La constancia de ánimo o ecuanimidad se logra mediante tres sencillos pasos: ser conscientes de nuestras emociones, aceptarlas y sustituir las negativas por pensamientos que nos ayuden a equilibrarnos. Si les damos el valor justo que merecen, podremos valorarlas por lo que son: una forma de energía que podemos utilizar a nuestro favor o en nuestra contra.
Pertenecemos a un Universo pletórico de vida, en el cual todo y todos estamos interrelacionados. Lo que nos afecta a nosotros afectará también al resto del planeta. Por ello, te invito a que salgas de tu burbuja emocional, te observes objetivamente y reflexiones sobre la relativa importancia que tienen las cosas que te afligen.
¡Bienvenido al 2018 y a las maravillosas oportunidades que nos ofrece para ser felices!