Veinte años después de la catástrofe de Chernobil, el turismo hortera fotografía paletamente la zona. Ahora dicen que es un parque natural donde la flora y la vegetación crecen promiscuas aunque algo mutadas. Así también han crecido Piedra, la chamana y su linaje. Sobreviviendo a Chernobil y a la ciencia. Un obra dura, sexual, vitalista, política y ritual. Y sobre todo antinuclear.