El 14 de mayo de 1980 Martin Zabaleta alcanzó la cumbre del Everest, la cima donde se acaba el mundo. Era el triunfo de la expedición vasca que había recorrido un camino arduo y largo, desde la búsqueda de financiación, con una primera intentona fallida con la expedición Tximist, hasta las caídas, grietas, vientos, nieve y demás
inconvenientes que puso la montana, pasando por los momentos de desánimo, fallos, miedos... Fue una auténtica gesta, un trabajo en el que formaron un equipo compacto, implicado y solidario tanto expedicionarios como sherpas. “Martín, las fuerzas están en la cabeza” le dijo Xabier Garaioa desde el campo base a Zabaleta cuando junto al sherpa Pasang Temba se hallaba cerca de la cumbre, ambos exhaustos tras vivaquear en una grieta. El Everest quería cobrarles con su vida el precio de la conquista, pero aquellas palabras, unidas a la ayuda de todo el grupo,
evitaron la tragedia. Además, Martin Zabaleta contaba con un apoyo extra, porque aquel día de mayo de 1980 toda Euskal Herria subió con él a la cumbre del Everest.